ANDROCENTRISMO.

La Real Academia de la Lengua Española define androcentrismo como “la visión del mundo y delas relaciones sociales centradas en el punto de vista masculino”. Pero la crítica de textos académicos obliga a cuestionar este reduccionismo de lo masculino.

El androcentrismo es una forma de pensamiento y explicación que sitúa en el centro solo a algunos hombres, varones adultos y de pueblos y clases dominantes que intervienen en los escenarios públicos de los centros de poder, y los representa simbólicamente como si fueran superiores al resto de seres humanos. Legitima así el patriarcado como una organización social natural, universal e inamovible.

Este significado queda claro en los términos que lo componen:

*Andro: del griego: aner, andrós. Se refiere solo a los varones griegos considerados libres que, al convertirse en adultos, participaban en el Ejército y en la política. Es análogo al término latino: vir, viri, que está en la raíz de virilidad y virtud. Y recuerda lo que se decía a los jóvenes cuando el servicio militar era obligatorio: “Irás a la mili y te harás un hombre”. Por lo tanto, hace referencia a un conocimiento y comportamiento que no es innato, que se ha de aprender.

*Centro: espacio sacralizado, como explica Mircea Eliade, construido simbólicamente como escenario para representar permanentemente la superioridad atribuida a quienes ejercen el poder: templos, palacios, ágora griega, foro romano…Se edifica arquitectónicamente como un lugar estratégico, elevado, en el cual los especialistas en controlar el saqueo de territorios y bienes y su apropiación ven y vigilan, y en el que exhiben su posición de superioridad y privilegios, su poder.

*El sufijo –ismo: forma de pensamiento.

La crítica de textos académicos permite advertir que hoy este pensamiento se presenta opaco mediante dos procedimientos: encubre sus fundamentos míticos y generaliza como humano lo que solo corresponde a los actores de los escenarios públicos.

Los fundamentos míticos de la cultura occidental se exponen en la tradición recopilada en la Biblia, según la cual: “En el principio fue el Padre”. A diferencia de otras religiones que valoran la aportación de las mujeres a la reproducción de la vida, este mito fundacional la menosprecia para poder atribuir la creación solo a Dios Padre. Y culpa a la mujer del pecado por el que se condenó a Adán a “ganar el pan con el sudor de la frente”, a Eva a “parir hijos con dolor”, a ambos se les dijo “creced y multiplicaos y dominad la Tierra”, y a sus hijos, Caín y Abel, se les condenó a guerras fratricidas. Este mito androcéntrico fue adoptado por las tribus patriarcales nómadas de Israel y fue redefinido por los padres de la cristiandad europea occidental, que tradujeron las obras de los filósofos de la Grecia clásica en los monasterios y las universidades medievales.

Además, el discurso académico ofrece una versión parcial de la explicación androcéntrica expuesta con claridad en obras como la Política de Aristóteles. Este filósofo, para definir a los varones adultos griegos como si fueran superiores, presenta como inferiores a las mujeres y criaturas griegos, y considera bárbaros a los miembros de otros pueblos, a los que dice que los griegos tienen derecho a convertir en esclavos, en propiedades vivas obtenidas mediante la guerra. Este sistema de clasificación social jerárquico, etnocéntrico y clasista, sexista y adulto, lo articula con la distribución de los bienes de forma privada y con la gestión pública, compartida por el colectivo viril. Y para conseguir que los varones griegos se comporten de acuerdo con la superioridad que les atribuye, propugna regular los matrimonios e instruir a los jóvenes, mediante los hábitos y la razón, para que asuman el modelo de varón perfecto.. El discurso académico restringe su atención al ámbito público e idealiza a sus actores identificando ese arquetipo viril con lo humano.

La expansión del patriarcado de la cristiandad europea occidental hasta construir el entramado en el que se fundamenta la actual sociedad global ha exigido incrementar los colectivos viriles y ampliar el centro. Propiedades, ejércitos, burocracias religiosas, políticas, económicas y financieras e instituciones encargadas de la reproducción generacional de la memoria colectiva han obligado a incorporar e instruir a más hombres y también a mujeres antes excluidas. Por eso el sistema escolar confunde el concepto de lo humano con el modelo viril, y se define el androcentrismo de forma reduccionista, opaca.

(Amparo Moreno. Breve diccionario de feminismo. Rosa Cobo y Beatriz Ranea (eds). Ediciones Catarata. Madrid. 2020)